Guio No Mori = El bosque de Guio
Escritor, Músico, Creador
El patio
de brujas
Ilustración de @water.muse
Andrés, en medio de una crisis tras perder absolutamente todo, decide tomar su moto y huir de todo el dolor que en su corazón se ha estado acumulando con las mil derrotas sufridas en tan poco tiempo. Tras vagar de noche por varias horas en un camino de carretera destapada, llega a lo alto de una montaña donde encuentra varias columnas marcadas con jeroglíficos que se yerguen sobre un piso tapizado de piedras que pintan patrones circulares en el suelo.
Andrés se baja de su moto, se quita el casco y mira al cielo, contempla una hermosa luna llena, rodeada por un perfecto aro de nubes. Andrés da unos pasos hasta el borde de la montaña, su corazón se acelera, las manos y piernas le tiemblan, el llanto no se hace esperar y empapa todo su rostro. Derrotado como nunca antes, se deja caer de rodillas y aúlla con todas sus fuerzas; un aullido cargado de dolor y arrepentimiento. El peso de los hombros se aligera un poco, pero no lo suficiente.
En la maleza un par de grandes y profundos ojos color ébano miran fijamente a Andrés, de ellos brota una lagrima. Luego unas imponentes alas se despliegan, de los matorrales se eleva una majestuosa y gigante lechuza negra.
Andrés, al verla, se asusta y a gatas trata de huir hasta su moto, recuerda lo que el viejo del pueblo le había dicho "A eso ahora le llaman observatorio pero eso siempre ha sido y será de las brujas, tenga cuidado" la lechuza aterriza interponiéndose entre él y la moto.
Andrés trata de retroceder mientras le lanza cuanta piedra logra agarrar. Ante sus ojos la lechuza se convierte en una mujer de tez morena, ojos color ébano, marcas de tinta en su rostro y alas de lechuza.
La curiosidad de Andrés remplaza por completo al miedo, entonces se levanta y se acerca a ella.
La mujer tiene parte de sus piernas cubierta de quemaduras al igual que el abdomen y una porción de su rostro. Ella se acerca a Andrés, de su ala derecha saca una copa con un liquido y se la entrega. Andrés la recibe y toma un sorbo de esta.
Tras unos instantes el cuerpo de Andrés reacciona de forma violenta a aquel liquido, aparecen temblores y vomito incontrolable hasta vaciar su estomago por completo. Debil, levanta su rostro y la ve con una mirada suplicante, a lo que ella responde - solo se puede hacer soportable -
Andrés tiene visiones y escucha su propia voz proveniente de algún lado de su interior. Siente partirse en múltiples personas que luchan por el máximo control de un cuerpo decadente cuyo vació es tan profundo como el mismo espació. Vació que se contrae y expande en un palpitar al ritmo de cánticos antiguos e ininteligibles. Las lagrimas se convierten en ríos que crean un mar para inundar un bosque atestado de llamas. Las personas que ama se asoman a la boca de un poso por donde miran la caída libre de Andrés sin poder hacer nada para detenerlo.
Solo, en medió de la oscuridad, se recoge en posición fetal un niño llamado Andrés que se retuerce en mitad del vació mientras suplica por ayuda. En la oscuridad la luz se hace y una gigante lechuza lo envuelve en sus alas hasta que deja de temblar, el niño siente la calidez de un amor que lo arrulla hasta dormir.
Andrés se despierta por el sol de madrugada que atraviesa los párpados. Tiene un guayabo descomunal y el estomago le palpita de dolor, pero su pecho, el vacío de su pecho se siente soportable.
Andrés baja al pueblo y se encuentra al viejo, a quien le cuenta lo ocurrido. El viejo lo escucha horrorizado y al terminar la anécdota, arrastra a Andrés hasta la iglesia donde el cura lo embadurna con agua sagrada mientras realiza cánticos de versos bíblicos.
Tras finalizar el ritual, el viejo suplica al cura volver a las antiguas épocas y buscar a la bruja para quemarla, a lo que el cura responde con una rotunda negativa - Lo único que paso fue la manifestación de un dolor profundo, no la aparición de una bruja -
En la noche, con la luna alumbrando el pavimento, Andrés la mira y con una venia le agradece; luego se pone el casco y toma rumbo para regresar a su vida.