Guio No Mori = El bosque de Guio
Escritor, Músico, Creador
La casa del
duende
Ilustración de @water.muse
Felipe un niño pequeño y frágil de 6 años pasa de vivir en la capital para ir a un pueblo conocido por las esmeraldas.
Allí llega a una vieja casa cuya construcción no apunta al cielo, por lo contrario, va hacia el subsuelo. La casa tiene tres pisos, el piso de entrada está al nivel de la tierra, allí está el espacio de un local cerrado, al entrar te encuentras con una estructura colonial, solo que el piso de entrada resulta ser el segundo piso, con los pasillos/balcones que rodean el piso del patio. En el nivel del patio se encuentran las habitaciones (unas de ellas donde vive Felipe junto a su mamá), un baño y en una esquina resquebrajada donde están las escaleras al piso de la bodega.
Felipe normalmente no esta en la casa de día, pues tras salir del colegio juega con sus amigos por el pueblo o visita a su mamá en el hospital donde ella hace el rural.
Una noche de aquellas tantas en las que su mamá tiene turno, Felipe se queda solo en la habitación. Como de costumbre se escuchan las tejas ser golpeadas, gritos de gatos peleando y sombras que se arrastran por el patio. Asustado pero con ganas de orinar, Felipe se debate entre mojar la cama o salir y ser secuestrado por alguna de las brujas del lugar. Al final por un dolor en la vejiga decide salir, se arrodilla, hace la bendición, abre la puerta y sale corriendo con todas sus fuerzas hacia el baño.
Al llegar prende la luz y cierra con llave. A la mitad de la orinada la luz se apaga, se escucha algo que rasguña la puerta desesperadamente. Los orines dejan de salir, la vejiga se contrae por el susto cercano a dar un paro cardiaco. Luego un fuerte estruendo seco se escucha y la luz vuelve.
Felipe tiene miedo en el alma y desea quedarse encerrado hasta que alguien le ayude pero su curiosidad, oh su estúpida curiosidad, le obliga a abrir la puerta y ver qué ha pasado.
Al salir encuentra un extraño enano, lleno de cicatrices y magulladuras, quien arrastra una sombra hasta el sótano. La razón dicta qué Felipe debe estar aterrado ante tal visión, pero no es así; aquel extraño ser le inspira confianza y paz. El enano le hace un gesto de saludo y luego se pierde entre las sombras de la bodega.
Al día siguiente en la mañana, por que ni loco se asomaría allí de noche, baja un par de escaleras hacia la bodega pero antes de seguir es halado por su mamá quien le advierte no bajar, pues la estructura de allí está comprometida, lo que significa solo es cuestión de tiempo para que se derrumbe. Pero la curiosidad de Felipe es demasiado grande como para hacer caso, así que espera hasta que no le están vigilando y va de nuevo escaleras abajo, sin embargo es frenado por aquel enano.
Persuadido por palabras y sonidos tan elocuentes pronunciadas por el enano (quien se presenta como duende), Felipe promete nunca bajar a aquel lugar.
El duende y Felipe se hacen muy buenos amigos, tanto que hay días tras salir del colegio que Felipe prefiere ir derecho a la casa en vez de pasar tiempo con sus amigos o su mamá.
Juntos suelen ver con el telescopio de juguete a unos caballos que corren por la montaña, algo de esos caballos siempre le han llamado la atención a Felipe, pues para él representan una libertad que solo ha experimentado en este pueblo.
Un día, tras un fantástico día en el colegio, Felipe corre por las escaleras buscando al duende para mostrarle una pequeña piedra transparente que encontró. Como resultado, resbala y cae en un ángulo que asegura su cabeza va ha chocar con la esquina de un escalón, sin embargo a unos pocos milímetros de chocar, el duende lo deja en suspenso en el aire y le ayuda a pararse. Felipe sorprendido decide regalarle la piedra.
Los dos juegan en el patio con un balón de futbol, tras unas cuantas patadas el balón se escapa y cae por las escaleras de la bodega. Sin dudarlo Felipe corre a recuperarlo, el duende trata de detenerlo pero Felipe lo ignora y sigue derecho.
El duende lo acompaña, se ve asustado, las piernas le tiemblan y la mirada agudizada registra cada rincón de la bodega. Felipe ni cuenta se da, su mirada está fija en el balón que está atascada bajo una columna ladeada. Felipe toma el balón y hala con fuerza hasta lograr sacarlo, contento voltea a mostrar el balón al duende pero se encuentra con una sombra anamorfa que se levanta amenazante. El duende de inmediato alza a Felipe y corre a toda velocidad escaleras arriba. Estruendosos sonidos les persiguen junto a una nube de polvo que amenaza con devorarlos. A unos cuantos escalones del final, la nube de polvo los alcanza, el duende tira a Felipe hacia el patio; Felipe rueda un par de veces sin soltar el balón, cuando se para mira la escalera en búsqueda del duende pero lo único a la vista es un derrumbe que a tapado toda posibilidad de pasar.
Tras este suceso Felipe busco y busco al duende pero nunca volvió a verlo.